La geopolítica global ha dado un vuelco tras la pandemia. A la Guerra Fría, que nunca término, se suma ahora lo que se conoce como la «Nueva Guerra Fría» o la «Guerra Fría 2.0». Las tensiones geopolíticas entre EE. UU. y Rusia se extienden.
Esto sucede a la vez que los dos bloques reciben ayuda. Por un lado, EE. UU. de la mano de sus aliados de la OTAN y sus influencias anglófonas. En el otro lado, Rusia mediante el desarrollo de ejercicios militares con China, India e Irán. La situación geopolítica está candente y Ucrania está en medio de toda la geostrategia global.
¿Qué pasa en Ucrania?
Ucrania marca la geopolítica en Europa desde la intervención de Rusia en 2014. Su situación en la frontera de Rusia la pone en el centro de los intereses de la «Nueva Guerra Fría» o la «Guerra Fría 2.0». Los intereses de EE. UU. de extender la OTAN hacia las fronteras de Rusia choca con los planes de Putin. El gobierno ruso, por seguridad nacional, no puede permitir tener aliados de EE. UU. cerca de sus fronteras.
En 2014 la incorporación a la OTAN de las ex repúblicas socialistas, Estonia, Letonia y Lituania supuse un duro golpe para el país dirigido por Vladímir Putin. Rusia no va a permitir que se haga lo mismo con Ucrania. La propuesta de Rusia de despliegue militar en Cuba o Venezuela tiene como objetivo mover el plano hacia América. La jugada es un acierto, Rusia avisa a EE. UU. de que si se acerca a sus fronteras añadiendo a Ucrania a la OTAN, Rusia se acercará a las fronteras de EE. UU. mediante Cuba y Venezuela.
La «Nueva Guerra Fría» o la «Guerra Fría 2.0
La Guerra Fría fue un enfrentamiento total (económico, militar, político,…) divido en dos bandos: el bloque occidental-capitalista encabezado por EE. UU. y el bloque oriental-comunista dirigido por la URSS. La Unión Soviética y los EE. UU. comenzaron a competir por la influencia en Europa, América Latina, Oriente Próximo y los estados recién descolonizados de África y Asia. La geostrategia actual de EE. UU. y Rusia no difiere mucho la de aquellos años. A día de hoy esta competencia de influencias sigue viva. Por un lado, EE. UU. que quiera extender su modelo económico, social y político.
Por otro lado, el renacimiento como potencia de la Rusia de Putin. Ucrania sufrió en 2014 la guerra híbrida a través de la presentación en su territorio del «Nuevo Imperio Ruso». El principal objetivo de Vladímir Putin fue y es volver a situar a Rusia como una potencia global, y eso lo ha conseguido desde el inicio de su mandato en 1999. Su objetivo es la creación del «Nuevo Imperio Ruso». Desde 1999 ha centrado su política en modernizar el ejército y extender la influencia territorial de Rusia. Lo demostró recién llegado al cargo con la Guerra de Chechenia de 1999 o con la Guerra de Osetia del Sur en 2008. El gobierno de Putin entiende a la perfección la importancia de la geoestrategia y no duda en emplear todas las armas que tiene a su disposición.
EE. UU y Rusia presentan a sus aliados
Parece que la historia se vuelve a repetir. El duelo geopolítico entre EE. UU. y Rusia ha rebrotado por todo el mundo. O se puede decir que nunca dejó de haberlo. EE. UU. ha recibido el apoyo de la mayoría de países de la OTAN y Rusia ha recibido el apoyo de Irán, China e India. La geopolítica vuelve a estar en el centro de las relaciones internacionales mostrando el resurgir de los conflictos entre los dos bandos.
En África la reciente firma de acuerdos entre Marruecos y EE. UU. frente a la alianza que tiene Rusia con Argelia. En Oriente Medio la firma de los Acuerdos de Abraham por parte de EE. UU. e Israel frente a la alianza de Rusia con Siria o Irán. En Asia, el acercamiento de Taiwán a EE. UU. frente a los acuerdos de Rusia con China. Y en Latinoamérica, los acuerdos de EE. UU. con el Brasil de Bolsonaro frente a la alianza de Cuba y Venezuela con Rusia. Y el último campo de batalla de este clásico enfrentamiento es Ucrania.
Las interferencias de Rusia y EE.UU. provocaron la guerra de Ucrania de 2014
En 2014, Rusia, intentó acercar a Ucrania a su país porque sabía que EE. UU. estaba buscando acercar a Ucrania a la OTAN. En el momento en que el presidente de Ucrania afín a Rusia, Víktor Yanukóvich, intentó promulgar leyes para acercar Ucrania a Rusia, las protestas estallaron. El éxito de las protestas conocidas como Euromaidan, fue tal, que se presume la ayuda extranjera a los manifestantes. Las similitudes de las protestas del Euromaidan, con las de Bielorrusia y Kazajistán, pueden hacer pensar en una «mano extranjera» que buscara desestabilizar esos países para dañar a Rusia. Sería una operación de geostrategia perfecta, debilitar a los aliados y a las fronteras rusas a la vez.
Las protestas en Bielorrusia de 2021 y las de Kazajistán en 2022 puede ser una pista de las intenciones actuales de Rusia y EE. UU. Kazajistán y Bielorrusia comparten historia como ex repúblicas socialistas, gobiernos dictatoriales y acercamiento de sus gobernantes a Rusia. Estos países, aliados de Rusia, sufrieron una serie de revueltas que señalan presuntamente a EE.UU, algo parecido como lo que pasó en Ucrania con el Euromaidan. Tanto en Bielorrusia como en Kazajistán se dieron fuertes revueltas que tuvieron ser sofocadas por militares enviados por el gobierno de Vladímir Putin.
La razón de que Rusia ahora amenace a Ucrania puede ser debido a los movimientos de esas «manos extranjeras» en los aliados rusos. La «Guerra Fría» se basaba en dar la imagen de quién era más fuerte, quién tenía más aliados y quién desarrollaba mejores tecnologías. La «Nueva Guerra Fría» o «Guerra Fría 2.0» sigue el mismo camino, dar imagen de fuerza, aliados y tecnología. Rusia puede hablar de esas «manos extranjeras», pero nadie le va a hacer caso debido a que su imagen en occidente es de «país del mal» debido a la influencia de EE. UU.
¿Qué puede hacer Rusia entonces? Pues lo que mejor sabe hacer, presionar militarmente. Es posible que Rusia esté amenazando Ucrania para devolver las presuntas «intervenciones extranjeras» en los países de sus aliados. Demostrando que no se va a quedar quieta ante los movimientos de acercar a Ucrania a la OTAN y los movimientos de desestabilizar a sus aliados.