El miedo que llegó con el Covid se extendió con la variante Delta, luego Ómicron y ahora con «Flurona». En el medio nos empezaron a hablar del «Black Out» o gran apagón. Cada vez que ponemos un telediario vemos el aumento de los conflictos geopolíticos, la subida de la delincuencia y el crecimiento de los suicidios. Leyendo estas líneas es normal que surja el sentimiento de miedo, pues imaginen lo que pasa cuándo los medios de comunicación exponen continuamente estos temas.
La recepción por parte de los humanos de estímulos negativos, violentos, peligrosos o de inestabilidad futura provoca en las personas miedo. El miedo lleva a tomar decisiones que implican garantizar el bienestar presenta y futuro de las personas. Pero cuándo este miedo se genera en sociedades consumistas, como la nuestra, es obvio como reaccionan las personas. Consumir y consumir.
La cultura del miedo
Tan problemática puede ser la generación de miedo como la generación de falta de miedo. Para entender esta frase debemos empezar por el principio. La cultura del miedo hace referencia a la sensación de pánico y ansiedad general que se transmite en los discursos públicos y las relaciones personales. Esta situación puede provocar que la gente se comporte de manera diferente a una situación dónde no recibiera estos estímulos. Para entender las diferentes maneras en las que podemos encontrar el miedo, o la falta del mismo, vamos a diferenciar entre dos teorías.
La construcción del miedo y de la falta de miedo.
Manipular a la sociedad a través del miedo. Sería la construcción de miedos a través de la manipulación o creación de noticias, informaciones o sucesos con el objetivo de modificar hábitos personales, justificar medidas políticas o tener a la gente distraída consumiendo. Estas acciones consiguen que la gente olvide los problemas sociales como las «colas del hambre» o la precarización laboral. Además de la inestimable ayuda de las compañías tecnológicas que no dudan en usar todo tipo de estrategias para mantenernos en un estado de ansiedad continua. El miedo es tan útil y tan fácil de viralizar, que tanto por su uso cómo por su omisión, se puede influir en la gente.
La utilización del miedo se puede ver mediante el Pánico Moral. Definido en 1972 por Stanley Cohen, cómo una reacción de un conjunto de personas al exagerar el peligro que supone un grupo minoritario. Se crea una serie de noticias que señalan a un subgrupo como peligroso para los valores e intereses de la sociedad. Un ejemplo sería el uso de la palabra «ultraderecha» referida a Isabel Díaz Ayuso, por parte de políticos o periodistas. Otro ejemplo sería el síndrome del Mundo Cruel, acuñado por George Gerbner. Consiste en hacer suponer mediante la utilización de información o noticias violentas que un lugar, un grupo de personas o una situación es más peligrosa de lo que realmente es. Por ejemplo la utilización de noticias para mostrar a Vox como un partido violento.
La utilización de la falta de miedo se puede entender con el objetivo de desalentar, quitar importancia o hacer pasar desapercibida una situación. Un ejemplo de esto lo pudimos ver con el asalto a la frontera de Polonia, o las continuas provocaciones de Marruecos a España. Los gobiernos y medios de comunicación no recogen la gravedad de lo que puede suponer estas situaciones, muchas veces los tratan como inexistentes. ¿Deberíamos preguntarle a un ceutí qué opina de no darle importancia a una posible invasión marroquí de Ceuta y Melilla?
Miedo emergente
Hay autores que defienden que el miedo es parte de nuestra historia y que ante determinados acontecimientos habrá sociedades que reaccionen con más miedo y otras que no le darán importancia. El autor Frank Furedi lo define como «una percepción universal de horror preexiste, los medios de comunicación y los gobernantes pueden amplificar y sacar provecho de un suceso, pero sus acciones no son definitorias». Un ejemplo que trata el autor son las catástrofes naturales asociadas al cambio climático. Como seres humanos tenemos un miedo natural a sucesos como inundaciones o incendios. Los medios pueden usar las catástrofes para crear miedo y manipular, pero las decisiones que tomen los individuos dependerán en mayor medida de lo que han vivido.
Sea miedo emergente, miedo construido o miedo ignorado lo que tienen en común es el potencial manipulador. En todos ellos, el miedo, conlleva el cambio de comportamientos sociales.
Situación mental de emergencia
El miedo que trajo el Covid se ha quedado con sus variantes, con el «gran apagón» o la sensación de aumento de la delincuencia. Sumado al desajuste geopolítico provocado por la pandemia o la sensación de aumento de los conflictos político-sociales a nivel global, como en Bielorrusia o Kazajistán, provocan que vivamos en una sociedad ansiosa. Estos sucesos, sumados por ejemplo a los de la tormenta filomena, nos hacen ver que tanto las administraciones públicas, como las familias o empresas deben estar preparadas. Sea a consecuencia del miedo generado o a causa de que nos hemos dado cuenta de que las sociedades europeas vivimos en una «realidad paralela de bienestar», la preparación se hace habitual. La inestabilidad que vemos en el horizonte nos lleva a mirar el futuro con temor.
Preparacionismo no es consumismo
En los últimos años debido al Covid el fenómeno preparacionista se ha disparado. Los «preppers» o «survivals» son personas o grupos que se preparan activamente para posibles emergencias que alteren la sociedad tal y como la conocemos. El objetivo es sobrevivir mediante la autosuficiencia, el almacenamiento de suministros y la adquisición de conocimientos y técnicas de supervivencia.
El miedo que reina en nuestra sociedad ha llevado a gente de todo tipo a comprar una serie de suministros con la idea de estar preparados para cualquier problema. Por ejemplo cuándo se anunció en Europa la posibilidad del apagón, los hornillos de gas, pilas o velas se agotaron en España. Se debe tener en cuenta, que uno de los objetivos del miedo construido es incitar a la gente a consumir. Consumir como objetivo de vida, consumir como salida a la ansiedad, al final la posible preparación para acontecimientos futuros se transforma en una fase más del consumismo.
Preparacionismo es organización
La manera de intentar escapar de la sociedad del miedo y el consumismo es pensar a medio plazo. Evitar los estímulos consumistas cortoplacistas que nos llevan a comprar sin reflexionar. El preparacionista no es más que una persona que se preocupa por el futuro tomando decisiones reflexionadas a medio plazo. No tenemos la certeza de que informaciones son veraces o cuáles son sólo usadas para desinformarnos y hacernos caer en el consumismo. Por lo cual, la compra de suministros debe hacerse tras un plan reflexionado enfocado a medio plazo. Creando una lista de productos que se irán comprando con unos criterios prediseñados.
Supongamos que nos dicen que todo lo del apagón es una invención sin ninguna posibilidad en Europa. La gente que compró suministros en picos de demanda(precios más altos) creados artificialmente mediante miedo puede que nunca los vaya a utilizar, además de haber pagado precios más elevados que los que tienen esos suministros habitualmente. O aquel que ante la ansiedad generalizada consumista se vio que se quedaba sin determinado producto y compró aquellos con fechas de caducidad próximas. Al final, la persona que compra bajo los estímulos del miedo o la ansiedad tiende a comprar para tirar, la base del consumismo.
La creación de un plan a medio plazo dónde se tenga en cuenta el almacenamiento de suministros y la adquisición de conocimientos y técnicas de supervivencia es la forma más eficaz de prepararse. No esperar a que aparezca o creen un problema, si no, establecer un plan que englobe todas las situaciones de emergencia. La organización permite escapar al consumismo generado por el miedo y la ansiedad, además, de que si realmente existe un problema te permite estar preparado.