Las delegaciones de Rusia y Ucrania iniciaron el martes pasado en Estambul una nueva ronda de negociaciones presenciales bajo los auspicios del Gobierno turco, tras dos semanas de discusiones por videoconferencia. Las negociaciones volverán de manera online, el viernes. El objetivo fundamental de este nuevo diálogo entre asesores presidenciales rusos y ucranios es alcanzar un alto el fuego. Sin embargo, aunque ambas partes se han mostrado dispuestas a acercar posturas, los términos sobre la división territorial alejan un acuerdo. El equipo negociador ucraniano se ha mostrado firme, frente a la reclamación de que Ucrania reconozca la soberanía rusa de Crimea (que Moscú invadió y se anexionó tras un referéndum considerado ilegal, en 2014)y la independencia de la región de Donbás.
Debemos tener en cuenta, que las negociaciones que buscan la paz durante un conflicto abierto, son usadas para la propia estrategia bélica de cada país. Existe la posibilidad, de que ninguna de las partes les interese la finalización del conflicto en estos momentos, ya que no verían cumplidos determinados objetivos tras el inicio de la guerra. Además, aunque realmente no quisieran negociar, están obligados por la guerra informativa que acompaña al conflicto. Supongamos que una de las partes se niega a negociar, la presión mediática se abalanzaría sobre ella y podría suponer la pérdida del relato. Por lo tanto, debemos analizar las informaciones sobre las negociaciones, con cierta prudencia.
Exigencias de Rusia y Ucrania para un alto el fuego
Las exigencias del Kremlin para un acuerdo de paz son varias. La neutralidad de Ucrania, ante la renuncia de entrar en organizaciones supranacionales de ambos bloques. Ucrania habría aceptado esta primera petición, reconociendo la imposibilidad entrar en la OTAN. Otras exigencias del Kremlin son: la desmilitarización del país, eliminación de la prohibición del uso del idioma ruso en determinados ámbitos, reconocer a Crimea como territorio ruso y la independencia de las autodenominadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
Las exigencias de Ucrania, para un posible acuerdo de paz, son tres principalmente. En primer lugar, el reconocimiento de su integridad territorial reconocida internacionalmente, lo que incluye a Crimea y el Donbás. La segunda exigencia es alto el fuego y la retirada del Ejército ruso. El tercer punto, la obtención de garantías de seguridad. El gobierno de Ucrania, con esta petición, se refiere a un compromiso de una lista de 10 países que se hagan garantes de la defensa de Ucrania en el caso de recibir una agresión sobre su territorio. La idea nace del punto 5 del tratado de la OTAN. Además, Ucrania, pide que aquellos países que se espera que brinden las sus garantías de seguridad, deben enviar armas en un periodo de tiempo acordado. También el compromiso de adoptar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU exigiendo parar la agresión e imponer sanciones.
¿En qué puede ser aprovechada la falta de un acuerdo de paz, por parte de Rusia y Ucrania?
El pasado viernes, 25 de marzo de 2022, el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia, el coronel general Serguéi Rudskói, daba por concluida la llamada primera fase de su intervención en Ucrania. Aseguró, que a partir de ahora, se concentrarán en lo que calificó de «liberación» del Donbás, las autoproclamadas Repúblicas de Donetsk y Lugansk. Esta afirmación debemos cogerla con pinzas, ya que el objetivo final del Kremlin no lo conocemos, pero nos da una idea de los cambios que se han producido en la Guerra de Ucrania, desde el inicio.
Objetivos militares
El 24 de febrero de 2022 se iniciaba la invasión sobre Ucrania. Los primeros días, asistimos a una «operación relámpago». Se presume que el objetivo del Kremlin, era tomar la capital y las ciudades de referencia, para rendir al país. El ejército ruso se abalanzaba sobre Chernigov, Sumy, Járkov, Kiev, Mariúpol, Jersón o Mariúpol. Pero con el paso de los días, se demostró, que la resistencia ucraniana vendería caro el control de esas ciudades. Putin le prometió al pueblo ruso el Dombás. Están obligados, de no conseguirlo, la sociedad rusa podría tomar la ofensiva en este territorio como un fracaso, y exigir responsabilidades. Por lo cual, al kremlin le hace falta tiempo para llegar a un mínimo de objetivos asumibles y aceptables para volver a Rusia. Además, se le añade el daño económico que sufren los rusos por las sanciones, lo que añade presión al ejército ruso.
Ucrania ha ido de menos a más. El este del país se fue «bunkerizando» desde el inicio de las hostilidades en Crimea, Odesa y el Dombás en 2014, lo que ha sido una de las claves de la resistencia ucraniana. Además, con el avance del conflicto, el ataque ruso se ha ido frenando e incluso ha retrocedido al norte de Kiev. El gobierno de Ucrania sabe que si se llega a un acuerdo, podría suponer que Rusia se quede establecida en los territorios que ocupa en estos momentos. Además, de la debilidad que ha mostrado parte del ejército ruso en determinados frentes y el añado ejecutado sobre las cadenas logísticas invasoras. Todo esto puede ser valorado por Ucrania, como una oportunidad, para recuperar territorio militarmente, que llegado un acuerdo, podría estar obligado a perder.
Desgaste
Militarmente, hay otra circunstancia que puede llevar a Ucrania a valorar la necesidad actual de un acuerdo de paz. Es cierto que el ejército ruso solo ha usado una parte de su ejército en la invasión a Ucrania, pero el paso de una «guerra relámpago» a una guerra anclada en el frente, puede daña a Rusia. La guerra de guerrillas es una estrategia militar en la que pequeños grupos de combatientes, a menudo paramilitares, utilizan ataques móviles a pequeña escala contra un enemigo mayor, con el objetivo de debilitarlo o vencerlo mediante una guerra de desgaste.
En la cual, se evita confrontar directamente al enemigo, generalmente atacándolo de forma imprecisa a escondidas. Estas tácticas pueden incluir emboscadas, sabotajes, saqueos, incursiones, corte de las líneas de suministro, secuestro de enemigos importantes e interceptación de las comunicaciones. Una vez estabilizado el frente, y con el inicio de contraataques, el gobierno de Ucrania puede valorar alternativas al acuerdo de paz en estos momentos.
Colaboración extranjera
La colaboración extranjera es otra de las claves que pueden hacer valorar a Ucrania, continuar la defensa del país militarmente, frente a un acuerdo. La llegada de armamento, unidades de voluntarios, cooperación de los servicios de Inteligencia de países aliados o la cooperación en ciberseguridad, puede hacer valorar a Zelenski retrasar el acuerdo. Las armas antitanque, o la llegada de tropas de élite de países europeos o EE. UU., están haciendo «daño» al ejército ruso. Supongamos que este flujo de refuerzos, se mantiene en el tiempo, supondría un continúo desgaste al ejército ruso.
Pero respecto a la colaboración extranjera, Rusia no se queda atrás. El Kremlin ha aplicado, desde la Guerra Fría, un plan frente a los intereses de EE. UU. en el mundo, colaborando con una serie de países. Esto le permite a Putin, contar con la llegada de paramilitares de África y Oriente Medio, principalmente. Por un lado, el regreso de parte de las tropas rusas y paramilitares de Wagner, desplegados en países como Siria o Libia. En otro lado, el envío de tropas y mercenarios de sus aliados. Esta circunstancia puede impulsar a ambos gobiernos, a buscar en estos apoyos, la manera de continuar sus avances militares antes de un posible acuerdo.
Sanciones y economía
Otra circunstancia que podría llevar a Ucrania, a postergar un acuerdo, son las sanciones impuestas a Rusia, por una parte, de la comunidad internacional. Si el daño económico que suponen para el pueblo ruso, llega a determinado punto, pueden sucederse revueltas en el país, que obligarían a Rusia a retirar sus tropas para garantizar la estabilidad de su propio país.
Pero debemos tener en cuanta, que Rusia ya ha sufrido sanciones desde 2014, tras la anexión de Crimea. Esta circunstancia fue un «entrenamiento» para el Kremlin, respecto a como preparar su economía ante las sanciones que llegarían si atacaba a Ucrania. Las sanciones internacionales son impuestas por países de referencia, y apoyadas por sus aliados. Por lo cual, el daño será limitado a las relaciones con los países que las aplican. Pero debemos entender, que rusia cuenta con aliados como Irán, China o India, entre otros. Los cuales, se presume que mediante compra-ventas y trueque, estarían ayudando al país contra las sanciones.
Por último, decir que Rusia tiene un «as» en la manga respecto a la economía. Aparte, de que es una economía menos dependiente de los mercados internacionales. Si el Kremlin obtiene la suficiente ayuda de sus aliados, podrá resistir económicamente, pero si extiende la guerra en el tiempo, los problemas económicos en Europa podrían ser graves. Por ejemplo, la exigencia a los países europeos de pagar el gas en rublos, supondría dar oxígeno a la economía rusa. Pero es que la crisis energética que sufre la Unión Europea podría ser aprovechada por Putin. Ya que para estos países dejar de comprar materias energéticas a Rusia, supondría disparar el gasto comprando a otros mercados. Y podría llevar a ciertos países de la UE, a relajar medidas contra Rusia, en el momento que los precios de la energía «destruyan» parte de la necesitada industria europea.
La del desgaste es lo que más le favorece a Ucrania. Si paran ahora mientras avanzan contra las posiciones rusas, pueden quedar sin nada. Mejor intentarlo atacando y haciendo daño.