La Unión Europea se acerca a un momento clave con la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. Este domingo 24 de abril de 2022, se decide el futuro de una Unión menos fuerte tras el abandono británico y la amenaza de la guerra en Ucrania. Francia es la segunda locomotora de la UE, tras Alemania, pero clave gracias a su mayor fuerza militar, referencia para toda Europa. Francia, junto a Alemania, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, pusieron las bases de lo que hoy conocemos como Unión Europea, después de las elecciones del domingo, puede que no vuelva a ser la misma.
Macron apuesta por un continuismo en la política internacional francesa. Proseguir en la OTAN en su forma actual, apostar por el liberalismo internacional, reforzar el eje París y Berlín para garantizar la estabilidad de la Unión Europea y mantener la postura afín a EEUU frente a Rusia. Por su parte, Le Pen apuesta por abandonar la “comandancia integrada” de la OTAN, lo que supone que Francia no participaría en misiones sobre el terreno ni tendría que seguir las estrategias marcadas por la organización. Sobre la UE, Le Pen ha rebajado mucho el tono rupturista de años atrás y asegura que no quiere salir del club comunitario, pero propone cambiarlo por una “Europa de las naciones estado”.
Sistema electoral francés
En 1962, Charles de Gaulle, establece un sistema de elección unipersonal para acceder a la presidencia de la República francesa basado en dos vueltas o si uno de los candidatos suma más del 50% de los votos se le consideraría directamente ganador de las elecciones. De esta manera, el electorado galo celebra dos campañas independientes tanto para elegir al presidente de Francia como para convocar los componentes legislativos de la Asamblea Nacional y a su primer ministro. El proceso de elección para presidir el país está abierto a todos los ciudadanos, no resulta necesario representar a un partido y requiere solo 500 firmas de apoyo por parte de funcionarios públicos locales. La única condición de este aval es que debe presentarse en representación de 30 organismos diferentes.
Si ningún candidato recibe más del 50% de votos en primera votación, se debe celebrar una segunda vuelta electoral con los dos candidatos más votados. Esto es lo que ha ocurrido en la votación celebrada el pasado 10 de abril, donde Emmanuel Macron (27,6%) y Marine Le Pen (23,41%) fueron los dos candidatos más respaldados. Debemos entender, que este tipo de sistema de elección presidencial, lleva a votar a los ciudadanos por su candidato favorito en primera vuelta, pero en la segunda, todo cambia. Los candidatos que no han obtenido el respaldo suficiente para la segunda vuelta, suelen pedir el voto para uno de los dos finalistas, muchas veces para impedir que gane el otro.
Macron frente a Le Pen
El duelo en segunda vuelta, entre estos dos aspirantes, nos recuerda a las presidenciales de 2017, cuando Macron obtuvo el 66,1% frente al 33,9% de Le Pen. Pero la situación actual es totalmente diferente, de aquella Macron era un candidato nuevo y fresco en un entorno con menos certidumbre, ahora Francia ya conoce sus políticas y se espera que el resultado esté más igualado.
Una de las claves de quién se alzará con la victoria, estará en convencer a los votantes de los candidatos que han quedado fuera de la segunda vuelta. Destaca el tercer puesto con el 20,17% de Melenchon, y aunque este ha pedido a sus votantes que no miren a Le Pen, es probable que no todos le hagan caso. Las principales claves del domingo girarán en torno a los siguientes temas.
En estos 5 años de mandato, Macron se ha enfrentado con la crisis del Covid. La pandemia ha dejado una profunda huella en Francia, y el aumento de la intervención del estado en la economía no ha resultado como se esperaba. El capitalismo francés, a diferencia del español o alemán, destaca por su mayor tendencia a la intervención pública. Ante la situación económica generada por el covid, las ayudas presentadas por el gobierno, no han tenido el efecto deseado, ya que muchas empresas ya recibían ayudas antes de la pandemia. Por lo cual, la intervención posterior, ha tenido un efecto menor, llevando a una mayor destrucción de empresas y empleo.
Además, para parte de la sociedad francesa, este empobrecimiento se debe a la dependencia francesa de la globalización, siendo Macron, uno de sus principales defensores. La Covid ha provocado que mucha más gente, hoy en día, esté a favor de que la producción se quede en Francia, que no haya tantos vínculos con el extranjero. Esta circunstancia se suma al proceso que sufre Francia desde hace décadas, acelerado en los últimos años, de pérdida de poder adquisitivo. Si recordamos el movimiento de los Chalecos Amarillos franceses de 2018, entendemos el descontento de una sociedad acostumbrada a un nivel de derechos sociales elevado, que se enfrentan, a que ya no lo pueden mantener. Un ejemplo de ello es que la edad de jubilación está en los 62 años, y la tasa de envejecimiento no permite cubrir los gastos de las pensiones.
Los votos de Mélenchon
Este descontento lo vemos en las encuestas sobre los votantes clave de Mélenchon, candidato de la izquierda radical. Parte de ellos culpan al liberalismo y globalismo de Macron, como una de las causas del aumento de la pobreza en el país. Y aquí puede estar la sorpresa, los votantes de izquierda radical podrían acercarse más a Le Pen por su posicionamiento antiglobalista. Le Pen ha visto esta situación, y ha centrado su campaña visitando las zonas más deprimidas como el campo o las pequeñas y medianas ciudades. A la mayoría de la gente que vota a Mélenchon o a Le Pen no les interesa demasiado Ucrania, están más preocupados por su nivel de vida, sus propias dificultades.
Guerra de Ucrania, Unión Europea y OTAN
Macron apuesta por un continuismo en la política internacional francesa. Proseguir en la OTAN en su forma actual, apostar por el liberalismo internacional, reforzar el eje París y Berlín para garantizar la estabilidad de la Unión Europea y mantener la postura afín a EEUU frente a Rusia. Esta postura es totalmente apoyada por los liberales, los cuales tienen una importante base de seguidores y buscan una Unión Europea donde Francia sea líder, lo que les beneficiaría económicamente. Respecto a la Guerra de Ucrania, Macron defiende la total colaboración con Ucrania y ha confirmado que enviará material pesado de primer nivel.
Por su parte, Le Pen apuesta por abandonar la “comandancia integrada” de la OTAN, lo que supone que Francia no participaría en misiones sobre el terreno ni tendría que seguir las estrategias marcadas por la organización. Además, propone un acercamiento entre la OTAN y Rusia, al igual que respecto a la Guerra de Ucrania. Sobre la UE, Le Pen ha rebajado mucho el tono rupturista de años atrás y asegura que no quiere salir del club comunitario, pero propone cambiarlo por una “Europa de las naciones estado”. Esto es, hacer que la ley nacional francesa esté por encima de la comunitaria, que la Unión Europea no pueda intervenir sobre las políticas nacionales, si no, que las políticas nacionales sean las que den forman a la UE. Garantizando que cada país miembro pueda orientar su política, sin ser dirigida por Bruselas.
El cambio de la Guerra de Ucrania
Al inicio de la campaña, en la primera vuelta, se esperaba un peor resultado de Le Pen por su cercanía a Putin, la cual fue recordada por Macron en el último debate. Pero a pesar de ello, no ha sufrido un castigo destacable. Y esta puede ser otra clave, donde Le Pen obtenga más votos de Mélenchon. Una parte de la izquierda radical se siente cercana a Rusia y otra parte desconfía de los vínculos nazis cercanos al ejército ucraniano. Macron colabora activamente con el envío de armas a Ucrania, estos votantes de izquierda pueden ver en Le Pen, un freno a ese envío de capacidad militar.
Inmigración, extremismo y radicalización
Francia tiene un serio problema con la violencia, el extremismo y la delincuencia. A los continuos ataques contra símbolos católicos o ante entidades judías, la crispación se extienda por el país. La sociedad francesa se ha polarizado y eso lo pudimos ver en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Si sumamos los votos de Le Pen, Mélencho y Zemmour, encontramos casi un 50% de voto de carácter populista, frente a la casi desaparición de la izquierda y derecha moderada. La inseguridad se ha extendido por los principales suburbios de las ciudades francesas y el descontento es palpable. Una parte de la sociedad culpa a la inmigración facilitada por políticas liberales, y han encontrado en Le Pen su representación.
El factor Éric Zemmour y el escudo sobre Le Pen
A 9 del marzo, los sondeos de la primera vuelta situaban a Macron con el 31,5% de los votos, frente a Le Pen, que atraía al 18,5% de los encuestados. Pero a partir del día 10 de marzo, las encuestas comenzaron una tendencia de cambio. Por un lado, Macron, esquivó las apariciones públicas, mientras Le Pen, se lanzaba a ellas. La candidata de la Agrupación Nacional ha criticado la subida de precios o la inmigración, relacionándolos con la gestión del presidente. Con el paso de los días y mientras se acercaban las elecciones, los resultados iban dando mejores números a Le Pen, hasta que en el día de las votaciones llegó al 25% de los votos frente al 27% de Macron
La clave, Éric Zemmour. Zemmour es conocido por sus controvertidas opiniones sobre la inmigración y el islam en Francia. Ha apoyado ampliamente «el gran reemplazo», una teoría conspirativa que sostiene que la población nativa de Francia será reemplazada por personas no europea. Esta situación le ha llevado a ser objetivo los ataques del «establishment» e izquierda francesa. Estos ataques, «la carta del miedo a la ultraderecha», solían hacerse sobre Le Pen, pero Zemmour le ha servido de escudo.
Los números de las elecciones
Los resultados de la primera vuelta nos dejaron a: Emmanuel Macron 27,8% y 9.783.058 de votos, Marine Le Pen 23,1 % y 8.133.828 votos, Jean-Luc Mélenchon 22 % y 7.712.520 votos, Éric Zemmour 7,1% y 2.485.226 votos y Valérie Pécresse 4,8 % y 1.679.001 votos. La clave de estas elecciones estará en el descontento con los partidos tradicionales, la crispación social y la decadencia económica francesa. El fracaso de la izquierda y derecha moderada, nos muestran que ese descontento también pasará factura a los liberales, la tercera pata del sistema tradicional de partidos.
Esto lo vimos con Mélenchon, que tras saber que no pasaría a una segunda vuelta no pidió el voto para Macron, si no, que no votarán a Le Pen. Este pensamiento es habitual en la izquierda radical, y muchos de sus votantes pueden preferir el discurso antiliberal de Le Pen, que el globalismo de Macron. Ya que parte de esa población ve el empeoramiento de la calidad de vida ante un gobierno liberal. Además del escudo que le ha brindado Zemmour, Le Pen, absorberá sus más de 2 millones de votos.
Para finalizar, a diferencia del duelo del 2017 entre Le Pen y Macron, este estará más igualado y no descartemos una victoria de la líder francesa. Los votantes han vivido 5 años bajo el gobierno de Macron, no como las elecciones anteriores. Existe un desgaste sobre su figura, la crispación es generalizada y puede que muchos votantes de izquierda ya no apostarán por 5 años más de liberalismo.
Buen análisis pero el Macron tiene todo el apoyo mediático y de EEUU y en este momento por la situación de Ucrania… Pero aún el resultado de Le Pen es inimaginable hace años en Francia. Europa ha cambiado.